TERCERA DISERTACIÓN
(Desde al año 1400 al 1600)

   1. Los tres siglos: quince, dieciséis y diecisiete, figuran entre los
más memorables de la historia de la humanidad, y muy especialmente,
de la historia del cristianisimo.   Dentro de la Iglesia Católica, tanto en
la rama Latina como en la Griega, hubo una continua revolución, cuyo
objeto era el de lograr una reforma.   Este despertar de la conciencia
religiosa, después de haber dormido por tanto tiempo, y el anhelo de
una genuina reforma, comenzó, en realidad, en el siglo trece, y hasta
es posible que comenzase un poco antes.   La historia parece realmente
insinuarlo así.

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   2. Retrocedamos un poco.   La Iglesia Católica, con sus innumerables
desviaciones de las enseñanzas del Nuevo Testamento, sus muchas
extrañas y crueles leyes, su estado moral, desesperadamente bajo,
así como sus manos y ropas vaheando con la sangre de millones de
mártires, se había vuelto odiosa y sumamente repulsiva aún para
muchos de sus mismos adherentes, los cuales eran mucho mejores
que su propio sistema de leyes, doctrinas y prácticas.
   Varios de los mejores y más valientes y espirituales sacerdotes
y dirigentes procuraron, uno tras otro, con el mayor ardor, reformar
las leyes y doctrinas más objetables y retornar, hasta donde fuese
posible, a las sencillas enseñanzas del Nuevo Testamento.   Daremos
de ello algunos ejemplos notables.
   Repárese entre tanto no sólo en los lugares donde se produjeron
los primeros chispazos, anunciadores de la reforma, y cuánto distaron
unos de otros, sino también en los adalides de ese movimiento.   Todos
esos adalides eran o habían sido sacerdotes o dignatarios Católicos.
Es que todavía subsistía algo de bueno en medio de tanto mal.   Es
probable, sin embargo, que por ese tiempo no quedase indemne ni
una sola doctrina neotestamentaria, esto es, que retuviese su pureza
original.

   Fijémonos ahora en algunos de los reformadores y en los lugares
donde trabajaron.
   3. Conviene tener presente, sin embargo, que por espacio de
muchos siglos antes de este gran período reformista, hubo una crecida
cantidad de personas notables que se rebelaron contra los horribles
extremismos de los Católicos, y que procuraron sinceramente
mantenerse leales a las enseñanzas de la Biblia.   Pero todo lo que
éstos dejaron tras sí fue un reguero de sangre.
   Vamos ahora a dedicar unos momentos al estudio de ese notable
período de la Reforma.
   4. Entre 1320 y 1384, hubo en Inglaterra un hombre que atrajo
la atención del mundo entero.   Se llamaba Juan Wiclef.   Este fue el
primero de los valientes que tuvieron la osadía de emprender una
verdadera reforma dentro de la Iglesia Católica.   En la historia se le
alude muchas veces con el nombre de el "Lucero del Alba" de la
Reforma.   Se caracterizaba por una vida fervorosa y útil.

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   Fue tal su vida, que se requerirían varios tomos para escribir su
historia.   De ahí que fuese odiado (odiado y temido a la vez) por los
jerarcas católicos, quienes hicieron cuanto pudieron por atraparlo y
acabar con él.   Pero felizmente no lograron su siniestro propósito,
sino que murió de parálisis.   Pero el odio que los católicos le tenían
era tan profundo, que, años más tarde, desenterraron sus huesos, los
quemaron y arrojaron sus cenizas al agua.
   5. Siguiendo más o menos de cerca las huellas de Wiclef,
apareció en escena Juan Huss, 1373-1415, ilustre hijo de la lejana
Bohemia.   La brillante luz del "Lucero del Alba" de Inglaterra había
penetrado en su alma, y respondido alegremente a ella.   Fue la suya una
vida denodada y memorable, pero lamentablemente corta.   Huss, lejos
de excitar la cuerda sensible de sus correligionarios católicos, excitó
el miedo, el odio y la oposición, de resultas de lo cual fue quemado
en la pira pública cual mártir de su propio pueblo, no obstante buscar
el bien de éste.   Cierto que amaba a Su Señor, pero también lo es que
amaba a su pueblo.   Sin embargo, él fue uno de entre los muchos
millones que hubieron de morir de la misma manera que él.
   6. A continuación de Juan Huss, de Bohemia, aparece en escena
un portentoso hijo de Italia, el soberanamente elocuente Savonarola,
1452-1498, nacido treinta y siete años después que Juan Huss
hubo sido quemado.   Savonarola, a semejanza de Huss, aunque era
Católico devoto, descubrió que los gobernantes de su patria, Italia,
lo mismo que los de Bohemia, eran contrarios a la reforma.   Pero con
su poderosa elocuencia consiguió despertar algunas conciencias y
atraersa considerable número de partidarios.
   Pero una verdadera reforma de la Jerarquía significaba la
ruina absoluta de las altas esferas de la Iglesia.   Y así, Savonarola, a
semejanza de Huss, hubo de morir, quemado en la pira pública.
   Es posible que Savonarola haya aventajado sobremanera a
los hombres más elocuentes de aquel período; pero a pesar de su
elocuencia, como atacaba a una poderosa organizacíón; y como la
existencia de esa institución exigía que se opusiese a la reforma,
Savonarola hubo de morir.
   7. Desde luego, al dar los nombres de los reformadores de este
período, de necesidad es que se excluyan algunos; y así sólo menciono
aquellos a quienes se refiere la historia con más frecuencia.   A

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continuación del pico de oro italiano, surgió el suizo Ulrico Zuinglio,
nacido antes de que Savonarola muriese.   Zuinglio floreció entre los
años de 1484-1531.
   La idea de reforma se propaga ahora por todas partes.   Los
incendios que esta idea origina, se producen al presente con más
rapidez que nunca, y se extienden con gran celeridad, de tal manera
que resulta difícil extinguirlos; como que aun no había sido sofocado
sino en parte el provocado por Zuinglio, cuando otro más voraz que
todos los restantes estalló en Alemania.   Zuinglio murió en el campo
de batalla.
   8. Martín Lutero, acaso el más notable de todos los reformadores
de los siglos quince y dieciséis, floreció entre los años de 1483 y
1546.   Como puede verse por estas fechas, Lutero fue realmente
contemporáneo de Zuinglio; como que nació un año antes que éste, y
murió quince años después.   Es probable, sin embargo, que sus grandes
predecesores le hayan facilitado el cumplimiento de su misión, y ello
en una medida mucho mayor que la señalada por la historia.
   Es más; mediante la dura experiencia de aquéllos y luego más
tarde en forma más acabada, mediante la suya propia, comprendió que
una reforma en regla dentro de la Iglesia romana sería completamente
imposible, ya que se hubieran necesitado demasiados expedientes.
El empleo de uno exigiría otro, y éste, otro; y así, sucesivamente,
hasta lo infinito.
   9. Por consiguiente, después de librar grandes batallas con los
grandes jerarcas del catolicismo, Lutero, auxiliado por Melancton
y otros Alemanes prominentes, fundó en 1530, más o menos, una
institución cristiana, enteramente nueva, conocida actualmente
como la Iglesia Luterana, la que pronto se convirtió en la Iglesia
de Alemania.   Fue esa la primera de las nuevas fundaciones salidas
directamente de Roma, que rompieron con todo compromiso de
fidelidad y obediencia a la Iglesia madre (como la llaman), y a
continuar viviendo en esa relación.
   10. Pasando por alto, por ahora, a la Iglesia de Inglaterra, que
es la que sigue en orden a la Luterana en cuanto a sus comienzos,
continuaremos ocupándonos por un rato de la Reforma en el
continente.

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   Otro de los más grandes reformadores fue Juan Calvino, 1509-
1564.   Aunque era Francés, el teatro de sus operaciones fue más
bien Suiza.   Fue éste un hombre muy capaz y dotado.   Fue asimismo
contemporáneo de Lutero durante 30 años; y cuando Zuinglio murió,
tenía 22 años de edad.
   Calvino es el fundador de la Iglesia Presbiteriana; aunque hay
historiadores que afirman que el que la fundó fue Zuinglio.   Pero hay
más fuertes evidencias en favor de Calvino que de Zuinglio.   Pero es
incuestionable que los trabajos de Zuinglio y de Lutero hicieron que
la tarea de Calvino le resultara mucho más fácil.   Por consiguiente,
en 1541 (pues, según parece, fue esa la fecha), a los once años justos
de haber fundado Lutero la Iglesia luterana, comenzó a existir la
Presbiteriana.
   En este caso, como en el de Lutero, el fundador fue un sacerdote
católico reformado, o que estuvo a punto de serlo.   Wiclef, Huss,
Savonarola, Zuinglio, Lutero y Calvino son los seis más grandes
adalides que acaudillaron las fuerzas de la Reforma en las batallas
contra el Catolicismo, al que golpearon hasta hacerlo trastabillar.
   11. En 1560, diecinueve años después que Calvino fundó la
Iglesia de Ginebra, Juan Knox, discípulo de Calvino, estableció la
primera Iglesia Presbiteriana en Escocia; y treinta y dos más tarde,
en 1592, esa misma Iglesia Presbiteriana se transformó en Iglesia
del Estado escocés.
   12. Durante estas recias luchas en favor de la Reforma, muchos
Anabaptistas prestaron su ayuda a los reformadores.   Aquéllos,
creyendo y esperando hallar algún alivio a su dura suerte, salieron de
sus escondites y lucharon denodadamente al lado de los reformadores;
pero pronto sufrieron un terrible desengaño.   En adelante, tuvieron que
habérselas con otros dos enemigos: los Luteranos y los Presbiterianos,
que al salir del Catolicismo, llevaron consigo muchos de los males que
caracterizaban a éste, entre otros, su idea de una Iglesia del Estado.
De ahí que muy pronto se convirtiesen una y otra denominación en
Iglesias del Estado.   Ello hizo que las dos pronto se embarcasen en
la empresa de perseguir a otros, aunque sin llegar a los extremos de
su Católica madre.

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"EL RASTRO DE LA SANGRE"

   Triste y horrible fue la suerte de estos pacientísimos anabaptistas.
Ahora el mundo ya no les ofrece ningún lugar seguro donde puedan
ocultarse.   Ahora cuatro implacables perseguidores siguen furiosos,
su rastro.   Seguramente que fue el suyo un "Rastro de Sangre."

   13. Durante este mismo período, surgió otra denominación, no
en el continente, sino en Inglaterra, la cual precedió en varios años
a la Presbiteriana.   Su origen no se debió tanto a la idea de Reforma
(aunque ésta facilitó su aparición) cuanto a una ruptura o división
en las filas Católicas.   Fue ésta más semejante a la división o cisma
que se produjo en 869, cuando los Católicos orientales se separaron
de los occidentales, distinguiéndose ambas Iglesias desde entonces
en la historia con los nombres de Iglesia Católica Griega e Iglesia
Católica Romana.   La división a la que nos referimos ahora ocurrió más
o menos de esta manera:
   El rey Enrique VIII de Inglaterra se había casado con Catalina
de Aragón; pero desgraciadamente, poco tiempo después, su inquieto
corazón se prendó de Ana Bolena; por esta causa, quiso divorciarse de
Catalina, para casarse con Ana.   Pero en aquel entonces, no era nada
fácil lograr divorciarse; sólo el papa podía conceder el divorcio; y
como él, por especiales motivos, rehusó otorgarlo, Enrique se sintió
profundamente apenado.   Pero considerando que era rey, se creyó
autorizado para hacer lo que le viniese en gana.
   Su primer ministro (que a la sazón lo era Tomás Cromwell) se
burló del rey, dicíéndole: ¿Por qué os sometéis a la autoridad papal a
ese respecto?   Enrique aceptó la sugestión, y se constituyó a sí mismo
cabeza de la Iglesia de Inglaterra.   Tal fue el origen de esa nueva
Iglesia.   Ese paso se dio en 1534 ó 1535.   Por el momento, ningún
cambio de doctrina se hizo; todo se redujo a desconocer y sacudir
la autoridad del papa.   La verdad es que Enrique nunca llegó a ser
realmente un Protestante sincero, como lo demuestra el que murió
en la fe Católica.
   14. Pero esta división trajo como resultado un notable cambio, o
reforma.   En efecto, si bien fue imposible reformar la Iglesia Católica

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bajo la autoridad papal, sin salir de ella, como ocurrió en el caso de
Lutero y de otros, ello fue posible después de la antedicha división;
y así, Cramer, Latimer, Ridley y otros introdujeron algunos cambios
notables; pero esos cambios los pagaron más tarde muy caros, cuando
María la sanguinaria, hija de la repudiada Catalina, ascendió al trono
de Inglaterra y restableció el catolicismo, con el papa a la cabeza.
   Esa temible y espantosa reacción terminó al fin de los cinco
azarosos y sangrientos años que duró el reinado de María.   Muchas
fueron las cabezas que cayeron bajo la sangrienta hacha de esa
soberana, pero al final, también cayo la suya.
   Como el pueblo inglés le había tomado gusto a la libertad, cuando
Isabel, hija de Ana Bolena (por causa de la cual se había Enrique
divorciado de Catalina) ascendió al trono, la Iglesia de Inglaterra
sacudió una vez más el yugo papal, y fue restablecida de nuevo.
   15. De esta manera, antes de fínes del siglo dieciséis, había cinco
Iglesias sostenidas por el Estado: la Ortodoxa Griega, la Católica
Romana
, la Anglicana, la Luterana, y la de Escocia, conocida como
Presbiteriana.   Todas ellas se mostraron implacables en su odio
y persecución de los llamados Anabaptistas, Valdenses y demás
iglesias disidentes que no habían tenido jamás relación alguna con los
Católicos.   La gran ayuda que habían prestado durante las luchas de
la Reforma había sido echada en olvido o se ignoraba enteramente a
la sazón, con el resultado de que muchos millares más de disidentes,
incluso mujeres y niños, perecían cada día a consecuencia de las
interminables persecuciones.   De esa forma, la gran esperanza
despertada por la Reforma resultó una sangrienta desilusión.   Los que
quedaron hallaron refugio no muy seguro en los amigables Alpes y
otros ocultos lugares del mundo.
   16. Estas tres nuevas Iglesias separadas de Roma o salidas de
ella, retuvieron muchos de sus dañosos errores.   He aquí algunos de
ellos:

   (1) Gobierno prelactico; pues sólo difiere en la forma.
   (2) Iglesia sostenida por el Estado.
   (3) Bautismo Infantil.
   (4) Bautismo por aspersión o afusión.

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   (5) Creencia en la regeneración bautismal (unos más, otros
menos), si ha de creerse a muchos de sus historiadores.
   (6) La persecución de otros (al menos durante algunos siglos).

   17. Al principio, todas estas Iglesias del Estado se perseguían unas
a otras, lo mismo que a cualquier otra; pero en un concilio celebrado
en Augsburgo en 1555, se firmó un tratado de paz, conocido como la
Paz de Augsburgo, entre los Católicos, por un lado y los Luteranos,
por el otro, en virtud del cual se comprometían a no perseguirse
unos a otros.   "Dejadnos en paz," decían, "y nosotros haremos lo
propio con vosotros."
  Para los Católicos, luchar contra los Luteranos
significaba la guerra en Alemania; y para los Luteranos, luchar contra
los Católicos o perseguirlos, significaba la guerra con todos los países
donde los Católicos predominaban o eran mayoría.

"EL RASTRO DE LA SANGRE"

   18. Pero las persecuciones no cesaron entonces.   De los odiados
Anabaptistas, llamados ahora Bautistas, no obstante todas sus
anteriores persecuciones y el hecho horroroso de que había ya
muerto cincuenta millones de mártires, todavía existía número
considerable de ellos.
   En este mismo período se vio algo verdaderamente inaudito.
En un solo camino Europeo se colocaron estacas a pocos pies
de distancia unas de otras, en un trayecto de unos cincuenta
kilómetros, y en la aguzada punta de cada una, fue colocada la
ensangrentada cabeza de un mártir Anabaptista.
   La imaginación apenas puede describir una escena tan
horrorosa, perpetrada, sin embargo, por un pueblo que se llamaba
a sí mismo seguidor del manso y humilde Jesús.

   19. Recuérdese que los Católicos no miran la Biblia como la
sola regla y guía de fe y de conducta.   Afirman, sí, que es infalible,
pero que hay otras normas de tanta autoridad como ella, a saber, los
escritos de los padres y los decretos de la Iglesia o las declaraciones
del papa infalible
.

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   He aquí que nunca se pudo celebrar un debate en regla entre un
Católico y un Protestante o un Bautista, porque nunca se pudo llegar
a un acuerdo final.   Lo que es con los católicos, no es posible zanjar
ninguna cuestión empleando únicamente la Biblia.
   20. Tomemos, como ejemplo, la cuestión del bautismo y la
autoridad final tocante al acto y al modo de celebrarlo.   Ellos dirán que
la Biblia enseña, si, sin lugar a dudas, el bautismo y que también enseña
que debe practicarse por inmersión únicamente.   Pero por otra parte
pretenden que a su infalible Iglesia le asistió perfecto derecho para
cambiar la inmersión por la aspersión o la afusión; pero que otros no
tienen ese derecho o autoridad, sino sólo el papa, por ser infalible.
   21. Bueno será que llamemos aquí la atención a algunos
hechos relacionados con la Biblia, ocurridos durante estos horribles
centurias.
   22. Téngase presente que la Biblia no estaba impresa ni había
papel para imprimirla, dado caso que la imprenta se hubiese inventado.
Tampoco había papel para escribirla, sino el pergamino, hecho de
piel de cabra y de oveja, y el papiro (fabricado con la médula de cierta
planta llamada de ese nombre) era el material usado para escribir.   De
ahí provenía que un libro tan grande como la Biblia, escrito a mano
con un estilo, no con una pluma como las que hoy se usan, fuese
probablemente demasiado voluminoso, para que un hombre lo pudiese
llevar fácilmente consigo.
   Y así, por lo que se sabe, nunca hubo más de unas treinta[?] biblias
completas en todo el mundo.   Muchas partes de ella, como por ejemplo;
de Mateo, Marcos, Lucas, Juan o los Hechos, o las Epístolas, o el
Apocalipsis o del Antiguo Testamente, sí eran comunes.   Uno de los
más grandes milagros que registra la historia universal, según mi
manera de pensar, es la unanimidad del pueblo de Dios en creer los
principales artículos de la fe cristiana.   Claro está que eso se debe a la
acción directa de Dios.
   ¡Cuán glorioso es el que todos tengamos ahora un ejemplar de
toda la Biblia en nuestra propia lengua!
   23. Bueno será también que todos nos detengamos a considerar
otro hecho vital relacionado con la Biblia.   En la precedente disertación
ya se lo ha mencionado como de paso, de ahí que convenga traerlo de
nuevo aquí a colación.   Trátase de la decisión tomada por los Católicos

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en el Concilio de Tolosa, en 1229, cuando se acordó, prohibir la
lectura de la Biblia, la Palabra de Dios, a la vasta mayoría de sus
adeptos, los laicos.   Y conste que yo no hago sino referir aquí lo que
se expresó en aquel concilio.   No hace mucho, me dijo un Católico:
Nuestro propósito al hacer eso no es otro que el impedir que cada
uno la interprete según su criterio particular
.
   ¿No sería realmente singular el que Dios hubiese escrito un
libro para su pueblo y que luego no quisiese que ese mismo pueblo
lo leyese?   Sin embargo, según ese mismo libro, en el día del juicio
todos serán juzgados de acuerdo con sus enseñanzas.   No es extraño
que ese libro diga: "Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros
os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan
testimonio de mí."
  (Juan 5:39)
¡Cuán terrible es la responsabilidad asumida por los católicos
sobre ese particular!

CUARTA DISERTACIÓN
Siglos 17, 18 y 19

   1. Esta disertación principia con los comienzos del siglo
diecisiete.   Hemos pasado muy aprisa por muchos eventos importantes
de la historia del cristianismo, pero la necesidad nos obligó a ello.
   2. Este período de tres siglos comienza con el origen de una
denominación enteramente nueva: la Congregacionalista.   Es de
justicia decir que algunos historiadores le asignan como fecha de
su comienzo el año de 1602.   Sin embargo, Schaff-Herzogs, en su
Enciclopedia, fija su principio mucho más antes, en el siglo dieciséis,
haciéndola coetánea de la Luterana y la Presbiteriana.
   Como durante el gran movimiento reformista, muchos que
salieron de Roma no estaban satisfechos con la magnitud de la
reforma realizada por Lutero y Calvino, ni con el gobierno prelaticio,
resolvieron retornar a la idea democrática del Nuevo Testamento,
sostenida durante quince siglos por los que se habían negado a entrar
en la jerarquía creada por Constantino.
   3. Como la contención de esta nueva denominación tocante a
la reforma de ese particular fue terminante, le acarreó una acerba
persecución de parte de los Católicos, los Luteranos, los Presbiterianos

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y los Anglicanos, es decir, de todas las Iglesias sostenidas por el
Estado.
   Pero estos mismos congregacionalistas retuvieron muchos
errores fraguados por los Católicos, como ser: el bautismo infantil, la
afusión, o aspersión como formas de bautismo; finalmente, adoptaron
y practicaron en grado extremo la idea de la unión de la Iglesia y el
Estado.   Es más: después de refugiarse en América ellos también se
transformaron en crueles perseguidores.
   4. El nombre de Independientes, o Congregacionalistas, como
ahora se llaman, se deriva de su sistema de gobierno.   La Enciclopedia
de Schaff y Herzogs contiene algunos de los principios que distinguen
a los Congregacionalistas Ingleses.   Helos aquí:
   (1) Que Jesucristo es la única cabeza de la Iglesia, y la palabra
de Dios su único estatuto.
   (2) Que las Iglesias visibles son asambleas distintas compuestas
de hombres piadosos, separados del mundo con fines puramente
religiosos, y no deben confundirse con el mundo.
   (3) Que estas Iglesias separadas tienen plenos poderes para elegir
sus propios ministros y demás servidores, y para mantener su propia
disciplina.
   (4) Que con respecto a su régimen interno, cada Iglesia es
independiente de todas las demás, lo mismo que de toda intervención
del Estado en sus asuntos.
   5. ¡Cuánto difieren estos principios de los del Catolicismo y hasta
de los del Luteranismo, del Presbiterianismo, o del Episcopalismo de
la Iglesia de Inglaterra!   ¡Y cuán semejantes son a los de los Bautistas
de hoy y de todos los siglos pasados, y a las enseñanzas originales
de Cristo y sus apóstoles!
   6. En 1611 apareció la versión inglesa de la Biblia del rey Jaime.
Hasta entonces nunca se le había proporcionado al pueblo la palabra
de Dios con tanta amplitud.   Cosa notable, desde que comenzó la
diseminación de la Palabra de Dios en gran escala, comenzó también
la declinación del poder papal; también comenzó a tomar cuerpo,
después de muchos siglos, la idea de la libertad religiosa.
   7. En 1648, se firmó el tratado de Paz de Westfalia.   Entre otras
cosas resultantes de ese pacto de paz, se halla el triple acuerdo entre
Católicos, Luteranos, y Presbiterianos, de no perseguirse ya más

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los unos a los otros.   Las persecuciones entre esas denominaciones
significaba la guerra con los gobiernos que las apoyaban.   Pero los
otros cristianos, especialmente los Anabaptistas, continuaron siendo
hostilizados por esas denominaciones con la misma dureza de antes,
siendo objeto de persistente persecución.
   8. Durante todo el siglo diecisiete, la persecución contra los
Valdenses, los Anabaptistas y los Bautistas (pues ahora el ana fue
abandonado en algunas partes) prosiguió siendo sumamente severa.
En Inglaterra, por la Iglesia Anglicana, como lo atestiguan Juan
Bunyan y muchos otros, en Alemania, por los Luteranos; en Escocia,
por la Iglesia escocesa o Presbiteriana; en Italia, Francia y en todas
partes donde el papismo predominaba, por los Católicos.   Ahora
mismo, no hay paz para los que no concuerdan con las Iglesias del
Estado, o con alguna de ellas.
   9. Un hecho significativo, bien establecido por historiadores
fidedignos, es el de que ya en el siglo cuarto, los que rehusaban entrar
en la jerarquía y se negaban a aceptar como válido el bautismo de los
bautizados en la infancia, y la doctrina de la regeneración bautismal, y
exgían el rebautizo a los que, procedentes de la Iglesia de la jerarquía,
querían unirse a ellos eran llamados Anabaptistas; no importa
cuál fuese el nombre que llevasen, eran siempre designados por ese
nombre.   Pero cerca del siglo dieciséis, el prefijo ana fue eliminado,
quedando tan sólo el de Bautistas.   Desde entonces, todos los otros
nombres desaparecieron.
   No cabe duda de que si Bunyan hubiese vivido en una época
anterior a la en que vivió, sus secuaces habrían sido llamados
Bunyanistas o Anabaptistas.   Hasta es muy probable que fuesen
designados con ambos a DOS nombres, como lo fueron otros que le
precedieron.
   10. El nombre Bautista es un apodo, el cual les fue dado por sus
enemigos (excepto que les haya sido dado por el mismo Salvador
cuando se refirió a Juan como el Bautista).   Hasta el presente, ese
nombre nunca ha sido adoptado oficialmente por ningún grupo de
Bautistas.   Sin embargo, ha adquirido fijeza, siendo aceptado con gusto
y llevado con orgullo, pues es muy adecuado.   Fue ese el nombre que
distinguió al precursor de Cristo, el primero en enseñar la doctrina que
los Bautistas actualmente sostiene.

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   11. Citaré ahora una declaración muy significativa de la
Enciclopedia de Schaff y Herzogs, tomo I, Pág. 210, artículo Historia
de los Bautistas en Europa
: "Los Bautistas aparecieron primeramente
en Suiza por el año 1523, donde fueron perseguidos por Zuinglio y los
papistas.   Entre los años de 1525 y 1530, se les encuentra constituidos
en grandes Iglesias muy bien organizadas en el Sur de Alemania, en
el Tirol y en la Alemania Central.   En todos esos lugares, sus vidas
fueron amargadas con las persecuciones."
  (Nótese bien, que todo
esto es anterior a la fundación de las Iglesias Protestantes - Luterana,
Episcopal, o Presbiteriana.)
   Continuemos citando.   "La moravia había prometido un hogar de
mayor libertad; eso hizo que muchos Bautistas emigrasen allá, pero
sólo para encontrarse con sus esperanzas desvanecidas.   Después de
1534, son numerosos en el Norte de Alemania, en Holanda, Bélgica
y en las provincias valonas.   Todavía se multiplicaron durante el
gobíerno del duque de Alba, en los Países Bajos, donde demostraron
gran celo misionero."
  (Repárese en la expresión celo misionero.   ¡Y
pensar que haya gente que diga que los primitivos bautistas eran
hardshells-obstinados, inflexibles, o antimisioneros!)
   ¿De dónde vinieron esos Bautistas?   Desde luego que no salieron
de entre los católicos, durante la Reforma, puesto que antes de ese
movimiento ya tenían grandes Iglesias.
   12. Por ese asunto de vital importancia, notemos los siguientes
cambios religiosos que tuvieron lugar en Inglaterra en el transcurso
de los siglos:
   El Evangelio fue llevado a las Islas Británicas por los apóstoles;
esas islas continuaron siendo apostólicas, en su religión hasta que se
hubo creado la jerarquía, a principios del siglo IV; en realidad, hasta
un siglo después de ese acontecimiento.   Luego cayó bajo el poder
de la jerarquía, la que se fue convirtiendo rápidamente en la Iglesia
Católica.   Y así, Católica, se mantuvo como religión del Estado, hasta
el cisma de 1534-1535, ocurrido durante el reinado de Enrique VIII.
Entonces comenzó a llamarse Iglesia de Inglaterra.
   Dieciocho años más tarde 1553-1558, durante el reinado de
María la Sanguinaria, Inglaterra volvió al catolicismo, al que siguió
un sangriento período de cinco años.   Luego ascendió al trono su
media hermana Isabel, hija de Ana Bolena, en 1558.   Los Católicos

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fueron nuevamente desalojados, y la Iglesia Anglicana volvió a ser
restablecida; y así siguieron las cosas por espacio de un siglo más o
menos, cuando la Iglesia Presbiteriana logró predominar por un corto
tiempo.
   Y según parece, llegó a ser por un corto espacio de tiempo Iglesia
de Inglaterra al par que de Escocia.   Sin embargo, después de la época
de Oliverio Cromwell, la Iglesia Anglicana resurgió de nuevo y ha
continuado siendo desde entonces la Iglesia del Estado.
   13. Obsérvese como se fue mitigando gradualmente en Inglaterra
lo duro y acerbo de las persecuciones religiosas de la Iglesia del Estado,
realizadas durante más de un siglo:
   (1) El primer decreto de tolerancia apareció en 1688, ciento
cincuenta y cuatro años después de la fundación de esta Iglesia.   Por
ese decreto, se permitía el ejercicio de todos los cultos, con excepción
del Católico y el Unitario.
   (2) El secundo decreto, del mismo tenor, se publicó en 1778,
ochenta y nueve años después del anterior.   Por ese decreto se pemitía
también a los Católicos el ejercicio del culto, pero se excluía a los
Unitarios.
   (3) El tercer decreto de tolerancia se promulgó en 1813, treinta y
cinco años más tarde que el precedente.   Este incluía a los Unitarios.
   (4) En 1828-1829 fue promulgado el decreto conocido como
el Decreto de Ensayo, por el cual se concedía a los disidentes de la
Iglesia Anglicana acceso a los empleos públicos y aún a los cargos
parlamentarios.
   (5) En 1836-1837 y 1844 los decretos de Inscripción y de
Matrimonio.   En virtud de esos dos decretos se les reconocía validez
a los bautismos y matrimonios celebrados por los disidentes.
   (6) En 1854 apareció La ley de Reforma.   Por esta ley, se les
abrían las puertas de las universidades de Oxford y Cambridge a los
estudiantes disidentes.   Hasta entonces, ningún hijo de disidente podía
entrar en ninguna de esas dos grandes instituciones.
   14. Tal ha sido el avance del progreso hacia la libertad religiosa
en Inglaterra.   Pero es probable que estén en lo cierto los que dicen que
no puede haber verdadera "libertad religiosa" en un país en que existe una
religión del Estado.   Cuando mucho, habrá tolerancia religiosa, lo cual
dista mucho de la libertad.   Mientras haya en un país una denominación

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religiosa sostenida por el gobierno con exclusión de todas las demás,
no será posible la absoluta libertad religiosa ni la igualdad.
   15. A principios del siglo dieciocho vinieron al mundo en
Inglaterra tres niños que estaban destinados a ejercer grande
perdurable influencia en el mundo.   Esos niños fueron Juan y Carlos
Wesley
, y Jorge Witfield.
   Juan y Carlos nacieron en Epworth (de ahí proviene el nombre de
Liga Epworth); el primero nació el 28 de Junio de 1703; y el segundo,
el 29 de Marzo de 1708.   Jorge Whitfield nació en Gloucester, el 27
de Diciembre de 1714.
   No es posible referir aquí las vidas de estos muchachos, aunque
valdría la pena contarlas, y luego volverlas a contar.   Estos tres jóvenes
fueron, andando el tiempo, padres y fundadores del Metodismo.
   Los tres eran miembros de la Iglesia Anglicana, quienes
estudiaban en Oxford para ministros de esa Iglesia, si bien no eran,
por ese entonces, todavía convertidos, lo cual no era nada extraño
entre el clero inglés (fuera de que en esa época era frecuente el que
los padres decidiesen por sí mismos qué carrera habían de seguir sus
hijos).   Pero más tarde, esos tres jóvenes experimentaron una genuina
y maravillosa conversión.
[Jua. Wes. y Jor. Whi.: profesíons religiosa.]
   16. A lo que parece, ellos no deseaban fundar una nueva
denominación.   Lo que más bien deseaban (y por ello lucharon con
gran esfuerzo) fue un gran avivamiento de la religión en toda su
pureza, y una reforma en la Iglesia de Inglaterra.   Tal fue lo que
procuraron con ahínco en Inglaterra y América.
   Pero su Iglesia no tardó en cerrarles las puertas, de ahí que
celebrasen sus reuniones al aire libre y en casas particulares, o, como
en el caso de Whitfield, en los templos de otras denominaciones.
Whitfield era tan elocuente que atraía mucho la atención por donde
quiera que iba.
   17. La fecha precisa de la fundación de la Iglesia Metodista es
difícil de precisar.   Está fuera de duda, sin embargo, que el Metodismo
es más antiguo que la Iglesia de ese hombre.   Pues antes de que
esos tres jóvenes dejasen la universidad, ya se les calificaba de
metodistas.
   Sus primeras agrupaciones fueron llamadas sociedades; y su
primera conferencia fue realizada en Inglaterra, en 1744.   La Iglesia

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Metodista Episcopal se constituyó oficial y definitivamente en
América, en la ciudad de Baltimore, en 1784.   Desde entonces, ha
crecido de una manera realmente maravillosa.
   Sin embargo, los fundadores del metodismo, al salir de la Iglesia
Anglicana, llevaron consigo un número de errores de la madre y la
abuela; por ejemplo, el episcopado, o sea el gobierno de prelados; y
a causa de ello tuvieron muchas luchas intestinas y divisiones; y a lo
que parece, todavía habrá otras.   También tiene el bautismo infantil y
la aspersión como forma de administrarlo.   Sin embargo, tiene algo que
no trajeron consigo al salir del anglicanismo, y ello es una genuina
religión espiritual.
   18. El 12 de Septiembre de 1788 nació en Irlanda, un niño que
estaba destinado, con el correr de los años, a producir una gran
agitación religiosa en algunas partes del mundo, y a ser el fundador de
una nueva denominación religiosa.   Ese niño fue Alejandro Campbell,
hijo de Tomás Campbell, ministro Presbiteriano, quien se trasladó a
América en 1807.   Pero Alejandro, su hijo, a causa de hallarse entonces
cursando sus estudios, se le unió más tarde.
   Como sus opiniones religiosas experimentaron un gran cambio,
dejaron a los presbiterianos y constituyeron un cuerpo independiente,
que ellos llamaron Asociación Cristiana.   En 1811, adoptaron la
inmersión como forma de bautismo, y lograron persuadir a un
predicador bautista que los bautizase, pero con la expresa condición
de que no se unirían a la Iglesia Bautista.   Y así, padre, madre e hijo
fueron bautizados.
   En 1813, su independiente iglesia se unió a la Asociación
Bautista de Red Stone (de la Piedra Roja).   Diez años más tarde, a
causa de controversia, dejaron esa asociación y se unieron a otra;
pero como continuaron las disputas, también dejaron esa asociación.
Es de justicia decir que ellos nunca habían sido Bautistas, ni nunca
pretendieron serlo, hasta donde lo demuestran las memorias que yo
he podido consultar.
   19. No sería enteramente fiel a la historia cristiana y muy
especialmente a la de los Bautistas, si no dijera algo en estas
disertaciones acerca de Juan Bunyan, en cierto sentido uno de los
hombres más célebres de la historia de Inglaterra y aun del mundo
entero, ya como predicador Bautista, ya como preso, durante doce

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años, en la cárcel de Bedford (por predicar el Evangelio), ya como
autor del libro más célebre y de más circulación en el mundo, después
de la Biblia: El Progreso del Peregrino, escrito mientras estuvo
encarcelado.   Sí, Juan Bunyan es uno de los ejemplos más notables
de lo acerbo de la persecución religiosa.
   ¿Y qué diremos del relato acerca de María Bunyan la cieguecita
hija de nuestro héroe, relato que debiera figurar en los anaqueles de
todas las bibliotecas de las Escuelas Dominicales?   Esa biografia estuvo
agotada mucho tiempo, pero creo que ahora se está reimprimiendo.
Casi me atrevo a desafiar a cualquier hombre, mujer, niño o niña a
que no es capaz de leerla sin derramar alguna lágrima.
   20. Otra cosa acerca de la cual es preciso decir algunas palabras,
cuando menos, es la referente a Gales y a los Bautistas de ese país.
   Uno de los relatos más conmovedores de la historia del
cristianismo es precisamente el de los bautistas de Gales.   Los
Bautistas de los Estados Unidos deben mucho más a sus hermanos
del país de Gales de lo que muchos de nosotros nos figuramos.   En efecto,
hubo algunas Iglesias Bautistas en aquel país que emigraron en masa
a los Estados Unidos (Orchard, p. 21-23; Ford, cap. 2.)
   21. El relato de los orígenes de la obra cristiana en Gales es
sobremanera fascinante; y a lo que parece, es verídico.   Esa historia
se remonta a los tiempos del Nuevo Testamento (Hechos 28:30-31; II
Timoteo 4:21).   El relato de Claudia y Pudente, en el que se refiere su
visita a Roma y la conversión de ambos a Cristo bajo la predicación
de Pablo; y como luego regresan a Gales, su patria, a donde llevan
el Evangelio, es sorprendentemente interesante.
   Pablo ganó con su predicación a Claudia y a Pudente el año
63.   Estos, a su regreso a Gales, llevaron consigo a otros, y a dos
predicadores.   De esta forma, llevaron el Evangelio a Inglaterra y, en
especial, a Gales.   Cuanto hayan ayudado los Bautistas de Gales a los
de los Estados Unidos, es de difícil apreciación.

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